Fragmentos, Cuando Dejes de Huir
Hola chic@s:
Aquí os dejo otro fragmento, espero que disfrutéis. Un abrazo grande a tod@s y que tengáis una estupenda semana.
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«Héctor se
acerca a mí cada vez más, siento el aire caliente de su respiración en mi piel.
Un delicioso placer me invade. Mientras habla apoya el brazo en el respaldo del
sillón, y con los dedos hace círculos en mi cuello. Raquel se levanta y nos
pide disculpas, se va al tocador. Le imploro con la mirada. «Por favor, no te
vayas. No me dejes aquí sola».
—¡Raquel, espera! Deja que te acompañe. Héctor, perdóname por
dejarte solo, será solo un instante.
—Eso espero, Alicia. —Me coge de la mano, y me da un suave apretón.
Raquel no me
espera, tengo que aligerar el paso para alcanzarla.
—¡Eh! Espérame. Con estos tacones no puedo caminar tan rápido.
—ALICIA, te voy a matar, no me puedo creer que lo hayas dejado solo. ¿Qué te pasa? Vosotros tenéis
más electricidad que la necesaria para iluminar toda una ciudad. Un poco más y
entro en combustión espontánea.
—No puedo con él, es muy intenso. Eso me supera.
—¡Ya te digo! Es intenso hasta para mí. —Raquel me abraza.
—Amiga, no soy muy buena aconsejando, pero deja de huir, enfréntate
a tus miedos, no sucede todos los días que conectamos a ese nivel con una
persona. Te lo digo yo, que soy la reina de la conectividad —Empezamos a reírnos.
—Gracias, necesitaba ese abrazo.
—¡Anda... tonta! Héctor está solo y esto está lleno de víboras. Voy
a dar una vuelta por ahí, después de tanta tensión, necesito conectarme. —Se ríe y me guiña un ojo.
Raquel tiene
razón, no puedo pasar toda la vida huyendo. Héctor me gusta y creo que él es lo
que yo necesito. Es un hombre que sabe lo que quiere, no un crío más inseguro
que yo. Sé que él es demasiado intenso para alguien con un historial como el
mío. Necesitaría ir a mi ritmo, o sea, unos tres años para que pudiera
acostarme con él. No creo que él esté dispuesto a esperar tanto, me río. No,
por supuesto que no. Me aproximo a la mesa, él se levanta y me recibe con una
sonrisa torcida, esa que hace que mi cuerpo cobre vida.
—Como no estabas, me he tomado la libertad de pedirte unas tapas,
espero que te gusten.
—Gracias, tienen una pinta estupenda.
Necesito más
alcohol, él se da cuenta y hace una seña al camarero, y este en el mismo
instante está en nuestra mesa. Cojo una copa y me la llevo a la boca, es vino y
del bueno.
—¿Te quedas a vivir en Sevilla? —le pregunto.
—Sí, por un tiempo, hasta que el restaurante marche bien y
encuentre a una persona capacitada para administrarlo. Después volveré a Málaga
y desde ahí controlaré todos los restaurantes de la cadena.
Me está mirando
con tanta intensidad que no soy capaz de sostenerle la mirada. Lo siento
aproximarse, su perfume me embriaga, conozco esa fragancia, es Kouros
de Yves Saint Laurent. Él me levanta la barbilla y me mira, sé que me va a
besar.
—Alicia —me dice en un
susurro—. Te voy a besar.
Cuando siento
sus labios en los míos, gimo de placer. Él pasa su lengua por mis labios,
después chupa mi labio inferior antes de introducir su lengua en mi boca. Su
boca está caliente, tenemos la misma temperatura, nuestras lenguas se enroscan,
se exploran. Creo que soy capaz de llegar al orgasmo solamente con ese beso. Él
sujeta mi cara con las manos y gime en mi boca. Apoya su frente en la mía y me
dice:
—Nunca he deseado a nadie como te deseo a ti.
Su voz está
ronca y pastosa por el deseo. Cuando abro los ojos y le miro, sus ojos son dos
esferas negras y brillantes, tiene las pupilas dilatadas. Me da un vuelco el
corazón.
—Quiero seguir viéndote. Este fin de semana estaré bastante
liado, pero el sábado que viene, cuando la situación en el restaurante esté
controlada, estaré libre.
Piensa Alicia, piensa rápido.
—Héctor, lo siento, pero no será posible, el próximo sábado tengo
un compromiso. —Me mira y alza las
cejas.
—Alicia, yo no tengo tiempo ni edad para juegos. Creía que sentías
lo mismo que yo.
—No estoy jugando Héctor. —¡Qué va! lo único que quiero es salir corriendo—. El sábado que viene estaré cuidando a mis
sobrinos».
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