Fragmentos, Cuando Dejes de Huir
Hola chic@s,
Mientras no público la segunda entrega de la novela(La historia de Helena y José) estaré durante un tiempo publicando pequeños fragmentos de Cuando Dejes de Huir. Espero despertar la curiosidad de todos aquellos que todavía no se han atrevido a leer esta intensa historia de amor y superación entre Alicia y Héctor. Besos a tod@s, y espero que deseáis conocer el desenlace de la historia.
La novela está en venta en Amazon por 1,64€.
http://www.amazon.es/dp/B013YZLZEM
Fragmentos:
Mientras no público la segunda entrega de la novela(La historia de Helena y José) estaré durante un tiempo publicando pequeños fragmentos de Cuando Dejes de Huir. Espero despertar la curiosidad de todos aquellos que todavía no se han atrevido a leer esta intensa historia de amor y superación entre Alicia y Héctor. Besos a tod@s, y espero que deseáis conocer el desenlace de la historia.
La novela está en venta en Amazon por 1,64€.
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Fragmentos:
«Por fin la tortura se ha acabado. Ha sido una tarde agotadora. Me duelen los pies de
tanto caminar, creo que no hay ninguna tienda en Sevilla a la que no hayamos
entrado. No sé de donde Raquel saca tanta energía. Yo estoy hecha un asco y
ella fresca como una lechuga. Sin un pelo fuera de su sitio. De verdad, no sé cómo lo hace. Pero ha merecido la pena, he
encontrado el vestido perfecto.
Tras una ducha bien caliente, me meto en la cama, pero soy incapaz
de conciliar el sueño. Estoy ansiosa por lo de mañana. Sé que es un momento decisivo en mi vida, ya no
hay más excusas para seguir huyendo. Los recuerdos del pasado empiezan a atormentarme.
Como me gustaría borrarlos completamente de mi memoria, de mi corazón...
Mi madre estaba muy feliz porque nos mudábamos a Cádiz, gracias a la ayuda de su tío Pedro. La
situación de mi familia en esos momentos era muy precaria, mi padre estaba
enfermo y sin trabajo. El tío Pedro, así se llama «el monstruo» que me arruinó la vida. «el monstruo», así lo voy a llamar. Encontró un trabajo para mi padre y nos llevó a
vivir a uno de sus pisos, del que no nos cobraría el alquiler durante un
tiempo. Claro, «el monstruo» pensaba cobrar de otra forma. Yo era una niña de
ocho años, feliz a pesar de
la situación que estábamos viviendo, porque mi madre nos protegía y no nos
enterábamos de nada. Creíamos que nos estábamos mudando a un lugar mejor, a una casa más grande. Para
una inocente niña de ocho años, todo eran ventajas. Pero poco a poco el tío Pedro, perdón, «el monstruo», fue mostrando su verdadera naturaleza.
Recuerdo perfectamente la primera vez que pasó. Era su cumpleaños
y nos invitó a comer a su casa. Mi hermana y yo estábamos radiantes de alegría,
siempre que íbamos a su casa nos daba dinero o algún juguete espectacular. Ese
día, después de comer, mi madre se fue a la cocina para ayudar con la limpieza
y mi padre salió al patio a jugar con mi hermana. Me apetecía hacer pis y le
pregunté si podía ir al servicio. Él me indicó el servicio que estaba en su habitación y yo, en mi pura
inocencia, no percibí nada raro. Salí corriendo y pegando saltos del comedor, así era como solía
caminar por toda la casa. Cuando me estaba secando con el papel higiénico, la puerta se abrió, «el monstruo» entró y me preguntó.
—¿Has sido una buena niña? ¿Te has secado como te
enseño mamá?
—¡Claro que sí, tío Pedro! —Me tapé la boca con las manos y empecé a reírme.
Ese día fue el día que empezó mi calvario, a pesar de que en ese momento no lo
comprendía, ni sabía lo que me estaba pasando. Me acuerdo perfectamente de sus
dedos tocándome, cuando me metió uno me dolió. Tenía los ojos llorosos y el
corazón se me salía del pecho, no entendía lo que me estaba haciendo. Cuando
terminó de tocarme, se limpió los dedos en un pañuelo de tela, que siempre
llevaba en el bolsillo del pantalón. Me secó las lágrimas y me dijo:
—¡Qué buena niña eres! Te quiero mucho. Sabes que las cosas que pasan en
la intimidad no podemos contárselas
a nadie, ¿verdad cariño?
—Sí —susurré.
Tenía un nudo en la garganta, no era capaz de asimilar lo que me
estaba pasando. No me gustaba lo que me había hecho pero, al mismo tiempo,
pensaba que era algo bueno, pues lo quería mucho y él también me quería. Cómo me gustaría tener el poder de volver atrás en el tiempo. Le
pegaría un par de hostias,
le daría un rodillazo en los huevos y gritaría hasta que todo el vecindario se
enterara de lo que me estaba haciendo ese pervertido de mierda.
Antes de irnos a casa, me regaló cincuenta euros para que los
compartiera con mi hermana. Ella pegaba saltos de alegría. Yo también estaba contenta, pero no sabía cómo actuar. «El monstruo» me gustaba, sin embargo lo que me había
hecho me dejó avergonzada; ya no quería estar cerca de él ni quería que me tocara. Le di las gracias de lejos, sin acercarme.
Entretanto mi madre, para la que era Dios en el cielo y tío Pedro en la tierra,
perdón «el monstruo», me llamó desagradecida y me obligó a darle dos besos. Él me abrazó y me besó, diciendo que yo era su niña preferida, que nos
quería mucho y que éramos su familia… bla, bla, bla. Mi madre
lloró emocionada y le dio las gracias».
Hola AM Silva,
ResponderEliminarTodavía no he leído tu novela, para decirte la verdad había leído un fragmento en Amazon, pero como he detectado algunos fallos no me había atrevido. Entretanto me he topado nuevamente con tu libro y me he dado cuenta de que habías subsanado los fallos que tenía. Y tras leer este fragmento que acabas de publicar te puedo decir con total seguridad que la pondré en mi lista de novelas a leer. Un beso,
Maribel Cardenas
Hola Maribel,
Eliminarme alegra mucho saber que te has interesado por la historia. Espero de corazón que te guste, es la primera novela que escribo y sé que tengo un largo camino por delante, pero comentarios como el tuyo me da ánimos y fuerzas para seguir escribiendo y aprendiendo para poder hacerlo cada vez mejor. Gracias,
Alexandra