Fragmentos, Cuando Dejes de Huir.
Hola chic@s,
sigue otro fragmento de Cuando Dejes de Huir.
Besos y que tengáis un estupendo fin de semana.
La novela está en venta en Amazon.
http://www.amazon.es/dp/B013YZLZEM
Fragmentos:
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Fragmentos:
«¿A quién quiero engañar? Desde que le vi no dejo de pensar en él. Es demasiado atractivo y exhala sexo por
todos los poros. No es el típico modelo de pasarela con trazos perfectos, pero
el magnetismo que posee, la confianza que desprende, te atrapa. Y cuando te
sonríe con esa sonrisa torcida, esa boca sexy de labios carnosos y dibujados,
esos dientes blancos y perfectamente alineados, caes rendida a sus pies. Por no
mencionar su cuerpo, alto y fuerte, con músculos definidos y sin una pizca de
grasa. He pasado todo el fin de semana huyendo de él y mirándole de lejos. Me ponía nerviosa con
solo sentir su intensa mirada sobre mí, mirada que me desnudaba el cuerpo y el
alma, que despertaba en mí el deseo de entregarme totalmente a la pasión. Me
pongo muy nerviosa cuando un hombre como él, que desprende sensualidad y confianza por todos los costados se aproxima
a mí. No puedo controlar
el miedo y el pánico me consume. Pero Héctor se ha convertido en una obsesión, no puedo quitármelo de la
cabeza. Ojalá fuera como Raquel, pero no, estoy rota.
—No te hagas la tonta, he visto como le mirabas.
—Vale. Sé que hablas de Héctor: un metro noventa de pecado, ojos negros, pelo negro y
ligeramente largo, sonrisa de infarto, veintinueve años. ¿Me he dejado algo?
—Sí, lo más importante. Está soltero, es inmensamente rico, y tiene una
polla muy grande —me dice entre risas.
La tristeza me invade y mis ojos se llenan de lágrimas.
—Tú y Héctor, habéis... ya sabes —pregunto con un hilo de voz.
—Follado... —Risas—. No, tonta. Lo sé por la forma que le marcaba el bañador. Soy
muy observadora. Además, él no es mi tipo.
—No, ¡claro qué no!, ja, ja, ja. Tú no has podido hacer nada, porque Paula estaba
pegada a él como una lapa.
—Bueno, puede que tengas razón. No me gusta desperdiciar un buen
material. —Suelta una
carcajada.
Otra vez la
tristeza se apodera de mí.
—¿Has hablado con él? —pregunto.
—Sí... —Empieza a reírse—. Héctor me ha llamado, se viene a vivir a Sevilla por la apertura del restaurante.
—Qué bien, así que tú y él... —No soy capaz de seguir, duele demasiado.
No sé si seré capaz de verlos juntos. Raquel es mi mejor amiga, y la quiero como
a una hermana.
—No tengo tanta suerte. El dios del sexo está coladito por una tía
de piernas largas, pechos grandes, labios carnosos y melena rubia. ¿Te suena de
algo?
No puede ser verdad. Mi corazón late acelerado, mis piernas
tiemblan tanto que tengo que sentarme. Él está interesado en mí... mi fantasía se está haciendo realidad. Pero mi alegría dura poco. ¿Qué voy hacer? Si no puedo tener una relación normal con nadie. Lo he
intentado varias veces, y cada vez salió peor que la anterior. En momentos como estos tengo ganas de
buscar a ese cabrón de mierda que me cambió la vida, y darle una paliza de
muerte. Pero sé que ese no es el
camino, no se trata de él, ahora ya no soy una niña inocente e indefensa. Encontraré la manera de seguir adelante, no voy a permitir
que él siga ganando.
Tengo que dejar de huir, debo de enfrentar a mis miedos.
—Alicia, Héctor me ha preguntado por ti, así que ni se te ocurra ponerte
enferma. No voy a permitir que salgas corriendo como siempre. Él nos ha invitado a la inauguración de su
nuevo restaurante. Prepárate, porque hoy nos toca «sesión alfombra roja».
Cuando salga del trabajo te recojo en tu casa.
—No puedo salir hoy, tengo mucho trabajo —le digo con poca convicción.
—Excusas. Esta vez no te escapas. Tenemos muchas cosas que hacer, y
no acepto un no como respuesta. Este fin de semana mando yo, y tú vas a hacer
todo lo que yo te diga, desde la ropa a los complementos, pasando por él salón de belleza. Te voy a pedir cita para
depilación completa. —La muy cabrona empieza a reír.
—Pero… —No me deja acabar
la frase.
—Nada de peros, sabes que para estar guapa tienes que sufrir.
Ni loca voy aceptar esta tortura. Para eso existe la depilación láser. Apuntar en la
agenda: «cita depilación láser, urgente».
—No creo…
—Cuando esté saliendo del trabajo te envío un mensaje. Bye, bye.
Me ha colgado,
siempre me hace lo mismo».
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