Fragmentos, Cuando Dejes de Huir
Hola chic@s:
Aquí os dejo otro fragmento.
Un gran beso a tod@s y que tengáis un feliz año nuevo.
La novela está en venta en Amazon por 1,64€.
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«Ha llegado la hora que tanto temía. Mi amiga está espectacular.
Lleva un vestido negro azabache de corte tubo, confeccionado en crepé, con escote bajo y transparencia en tul.
Raquel es tres años mayor que yo. Nos conocimos a través de mi hermana hace unos seis años y desde
entonces nos hicimos inseparables. Ella es guapísima. Tiene un cuerpo de
infarto, alta y delgada, mas con las curvas donde las tienes que tener. Es blanca
de piel como yo, pero tiene el pelo castaño y liso hasta la mitad de la espalda
y unos ojazos marrones con pestañas kilométricas. Es una buena amiga, siempre está para mí, en los buenos y
en los malos momentos.
—¿Preparada? —me pregunta.
—¿Alguna
posibilidad de irme sin mirar?
La observo y por su cara sé la respuesta. Cuando me doy la vuelta y me contemplo en el espejo,
no me reconozco, esa de ahí, definitivamente no soy yo. Llevo el pelo en un
recogido básico con algunos mechones sueltos, mis ojos están más grandes, más azules, más brillantes, más… es impresionante.
El vestido no podría ser
más perfecto, resalta mis piernas y disimula mis pechos, es de color azul petróleo, tiene escote en pico, corte a
la cadera y mini falda con vuelo.
—¿Qué me has hecho?
—Nada del otro mundo. Apenas he resaltado lo que tú siempre
intentas esconder.
Decidimos ir en su coche, porque yo siempre que puedo prefiero no
conducir, principalmente cuando estoy nerviosa, como ahora. El restaurante está
en una zona cara y exclusiva. No estoy acostumbrada a frecuentar esos
ambientes, tanto protocolo, tanta falsedad. Prefiero mi taller, mis muebles
viejos y estropeados. Pero la necesidad de verlo es mayor que mis temores. Solo
con pensar en cómo él me miró la última vez que nos vimos, siento un temblor y un
calor por todo mi cuerpo. Nunca había sido tan consciente de mi cuerpo y de mis
limitaciones. ¿Cómo voy a vencer mis miedos? Por primera vez en mi vida deseo
estar con alguien, amar y ser amada, entregarme completamente.
—¡Ali, déjalo ya! No des tantas vueltas, lo que tenga que ser, será.
—¿Ya hemos llegado? —pregunto a mi amiga.
Me gustaría que
me dijera que no, que aún falta mucho para llegar. No puedo, de verdad que no
puedo, voy a hacer el ridículo. No puedo pensar con claridad, estoy demasiado
nerviosa, me sudan las manos y tengo la boca seca. Si tuviera el valor para contarle
a mi amiga lo que realmente me pasa...
—Baja guapa, ¿a qué esperas? Una alfombra roja hasta la entrada. —Me abre la puerta del coche y me hace una
reverencia.
—Voy… voy, qué graciosilla eres.
—¿Qué te parece?
Es impresionante. Jamás entraría en un lugar así de no ser por Raquel. Seguro que aquí tenemos que pagar hasta por el aire que respiramos.
—Andando… no te quedes ahí parada. Tenemos una misión.
Miro su cara y me viene a la cabeza esa víbora que hipnotiza a los animales para que ellos
vayan caminando directos a su boca, en su caso, más bien las pollas. Me río a
carcajadas.
—¡Eh! ¿De qué te ríes?
—Nada… nada, son los nervios.
Empezamos a
subir las escaleras hasta un lujoso vestíbulo con muebles de madera noble y una
agradable luz. Un metre nos recibe y pregunta
nuestros nombres, y un eficiente camarero nos acompaña hasta el piso superior.
El salón es muy amplio, está decorado con muebles clásicos y alfombras de lujo.
La iluminación es suave y está proporcionada por una imponente araña que está
colgada del techo. El restaurante está lleno,
hay solo unas pocas mesas desocupadas. Nunca he visto a tanta gente guapa y
sofisticada en un mismo lugar. Seguimos subiendo las escaleras, hasta que veo
una pared de cristal, que al aproximarnos se abre dando paso a una
impresionante terraza. La combinación de la pared de obra revestida de piedra
blanca y el suelo de madera oscura es espectacular. Un camarero se aproxima y
nos ofrece una copa de un burbujeante champán. Menos mal que
no tenemos que preocuparnos por la cuenta ni por lo que vamos a pedir. Hoy nos
servirán sus mejores exquisiteces, ya sabes… para impresionar a la realeza.
—¡Madre mía! Eso es lo que yo estaba buscando. Vamos a circular
que tengo que hacer unos fichajes. —Raquel me mira con esa carita… ya sabéis…
—¡De verdad! Estás empezando a preocuparme, no piensas en otra cosa.
—¡Pues… claro que pienso en otras cosas! —Me sonríe de forma maliciosa—. Pero ya las pensaré mañana. ¡Anda guapa!, vamos a mezclarnos un poco».
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